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GOMINOLA, SALADO, FLORIPONDIO




"No lo quiero, no me apetece, es como si todo el mundo me ofreciera pastel y yo no quiero el, puñetero, pastel"- decía con amargura el osito Salado. Este, no era como los demás, feliz y amante del dulce, no. Salado estaba harto que en su vida todo girara alrededor de los pasteles, dulces y grasientos postres de azúcar. Todos trabajaban de pasteleros en la fábrica: "Miss Pastelito Azucarado", nombre demasiado cutre, según el osito. Nadie de su especie era jardinero, no se podía. A él, le encantaban las flores. Todas las conversaciones e incluso los nombres tenían que ver con el dichoso pastel. Salado era antes "Gominola" pero, se lo cambio. Él quería llamarse "Floripondio" pero, no era un ingrediente del pastel y no era apropiado para un nombre de oso.

Irritado y frustrado quiso cambiar la situación y no se le ocurrió ninguna cosa mejor que llenar de harina la chimenea de la Fábrica por la noche para acabar con los pastelitos, día sí, día también.

A la mañana siguiente, no había fábrica y ya no se pudieron hacer más pastelitos. Pasó una semana feliz, Salado, sin escuchar la palabra "Pastelito", pues todos estaban tristes y no decían ni mu. No obstante, un buen día, uno dijo, vamos a dedicarnos ahora a hacer pollo frito y decidieron hacer una fábrica "Mr. Pollito frito". Salado se quería morir del desespero y, sin pensar, cogió las maletas y fue a un lugar dónde se le permitiera ser "Floripondio", ser jardinero y comer lo que quisiera, alejándose de la comida basura.

Moraleja: sé lo que quieras ser, aprende lo que quieras y sé amplio de miras, no te comas lo que se come todo el mundo

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