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SAN MIERDÍN





Soy mariquita. Me llamo Mario. 

Hace poco que fue san Valentín. San Mierdín para mí. Todos los años compraba algo, normalmente, una caja de pulgones (los pulgones para nosotros son como los bombones para las personas). Pero este año, no tenía ilusión de nada. Mi marido (otra mariquita, llamada Quito, de Francisquito) acababa de llegar. Y me dió una cosa ¡Un regalo! Pensé, a veces, pienso que vivo en una fantasía permanente, pues no era un regalo, era un pétalo de girasol que le habían dado en la feria del pantano. Ya me parecía a mi raro que me hubiera comprado algo. Me fui a dormir temprano, triste. 

A la mañana siguiente, cogí el "regalo" y lo exprimí como si fuera una naranja, salieron 3 gotas de aceite que utilicé para mis alas (¡Vaya velocidad!), para aliñar las moscas blancas (es como la pasta para los seres humanos ¡Qué buenas quedaron!) y para mis patas (que, últimamente, están secas como un papel de cartón). No tendría el mejor regalo pero, tenía al mejor compañero de vida, mi marido.

Moraleja: la felicidad está en las pequeñas cosas. Las cosas que nos hacen sentir bien, no son tan difíciles de conseguir.

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